Cierra los ojos

Cierra los ojos
"Solo cierra los ojos, y olvidate de todo..."

martes, 18 de enero de 2011

14º Capítulo

Caminó sintiéndose extraña, sus movimientos veloces aún la desconcertaban. Llego en menos tiempo del que tardaba habitualmente. Comprobó que su hermana no estaba allí, probablemente había ido a pedir ayuda lo que ella no regresaba.
Continuó su caminata hasta que pudo divisar a lo lejos su casa. Le extraño que a tanta distancia pudiera ver todos los detalles de su casa y más.
Se veía una luz saliendo por la ventana, eso significaba que alguien estaba despierto esperándola, seguramente sus pares estaban muy preocupados por ella. Ni hablar del susto que tuvo que haber pasado Maelí cuando su hermana no regresaba del bosque.
Pudo sentir un aroma delicioso, dulce y embriagador. El ardor en su garganta aumentó, comenzaba a dolerle. Llegó a la entrada de su casa. Pudo ver que se encontraba vacía, salvo por una niña rubia sentada en la mesa cerca de la ventana, dormida esperando que sus padres regresaran con noticias de su hermana. L a vela sobre la mesa se encontraba muy consumida, muestra del tiempo que había pasado.
Kira se acercó lentamente a ella, quiso tomarla en brazos para llevarla a su cama. Pero al tomar su brazo la niña abrió los ojos espantada.
El frío tacto había sacado a Maelí de su ensoñación. De pronto se encontró con un rostro que era conocido y a la vez extraño.
-¿Ki-kira?-la niña adormecida apenas notaba el cambio en su hermana. Pero no estaba segura, eran las facciones de su hermana, pero algo había cambiado en ellas, algo que la hacía ver más hermosa, pero también más aterradora. La muchacha rubia sonrió.
-Sí-respondió la Kira. Pero tanto ella como Maelí se sorprendieron por la voz que pronunció esas palabras. No era la voz de Kira, ella misma no podía creer que esa palabra había salido de su boca
Esa sorpresa bastó para despertar totalmente a Maelí, y al tratar de reconocer a su hermana en el rostro de aquella muchacha hiso un horrible descubrimiento. Los ojos rojos refulgían como el rubí en medio del rostro de Kira. La pequeña niña se levantó asustada y comenzó a apartarse de esa desconocida que se parecía a su hermana.
-Maelí, soy yo, Kira-dijo la chica, aunque ella misma comenzaba a dudar si en verdad lo era.
-¡Tu no eres mi hermana!-Una sensación mezcla de tristeza y enojo, más poderosa e intensa de la que alguna vez sintió invadió a Kira. Un bramido escapó de su interior y le gruñó a su hermana que la miraba horrorizada. La pequeña comenzó a correr, tiritando del terror y con lágrimas en los ojos.
Kira no supo lo que hacía, pero de pronto se sintió decidida a perseguir a esa pequeña humana que pretendía huir de ella. Unos segundos después Kira se encontraba a unos centímetros de su hermana, aunque en ese momento en su mente no existía siquiera el conocimiento de esa palabra.
La niña tropezó y sus manos, que amortiguaron el golpe, sufrieron ligeros cortes, pero lo suficientemente profundos para dejar escapar unas gotas de sangre. Antes de poder levantarse sintió como Kira se abalanzaba sobre ella.
Miró a los ojos rojos y un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Comenzó a llorar. Kira se encontraba sobre ella, un brazo en cada hombro. La presión que ese gesto imprimía en sus hombros era insoportable.
-Kira, por favor-comenzó a sollozar la niña- No me hagas daño, Kira, soy Maelí- se sacudía bajo los brazos de la muchacha al tiempo que las lagrimas rodaban por sus mejillas. Trato de apartar a su hermana de encima de ella, pero esa fue la peor acción que se le pudo haber ocurrido. Las manos ensangrentadas impregnaron el dulce olor de su sangre en los brazos de Kira.
La neófita no necesitó más, acercó sus dientes a la yugular de la niña y con una rápida mordida comenzó a succionar la sangre. El grito de Maelí al sentir el filo de mil cuchillos atravesar su piel fue desgarrador y cortó el aire llenándolo de espanto. Sus pedidos de auxilio y sus sollozos fueron poco a poco atenuándose.
-Kira, soy tu hermana- La voz casi inaudible que pronunció esa frase se extinguió la débil respiración detuvo su curso. Ya no tiritaba y luchaba para liberarse, ya no había vida en ese cuerpo, Maelí había muerto.
Pasaron unos segundos, hasta que Kira recuperó su conciencia humana. Lo primeo que detecto fue la sangre en sus brazos, en su cuerpo, en su cara. Lo siguiente que vio fue el cuerpo s vida a sus pies.
-¡No! Por favor, por favor, no- enderezó l cuerpo de la niña y al ver que era su hermana soltó n grito de tristeza, aún peor que el de su hermana. Comenzó a sollozar abrazada a los restos de su hermana. Entonces descubrió algo más de su nueva naturaleza, que las lágrimas no corrían por sus mejillas, sus ojos ardían, dolían pero las lágrimas no podían brotar de s ojos.
Levantó el cuerpo en sus brazos y se dirigió a su casa, debía dejarla allí, para que sus padres pudieran encontrarla luego partir, ella era una amenaza.
Pero grande fue s desgracia al ver salir a su madre gritando de su casa, desesperada pues no encontraba a su pequeña.
El aroma de los humanos llamo al instinto de Kira, y en vez de alejar se aceró aún más a ellos.
Su padre las vio llegar y s madre se abalanzó a ellas. Al ver el cuerpo sin vida de su hija menor, y a Kira llena de sangre, comenzó a gritarle.
-Monstro, animal, que le has hecho a mi niña-sus gritos deshilaban tristeza y terror. Trataba de hacer reaccionar a Maelí mientras su esposo espantado trataba de apartarla pues tenía un mal presentimiento.
En su interior Kira comenzaba a sentir como su instinto afloraba. Un sonido parecido a un rugido salió de su pecho. El padre de Kira se interpuso entre ella y su esposa.
Kira aplastó su cuerpo contra el suelo y se escucho como los huesos se partían. El grito de dolor del hombro hiso reaccionar a su esposa que trato de golpear s u hija.
La vampira se dio vuelta y golpeo en el pecho a la mujer. La tomó por lo hombros y antes de que ella pudiera decir nada más mordió su cuello profundamente succionando toda la sangre que pudo. Dejo caer al suelo el cuerpo sin vida. Y se voltio al hombre que seguía en el suelo. Se acercó a él y mordió su yugular, succionó sin detenerse y al sentir que el corazón dejo de latir dejó el cuerpo apartado.
De pronto a lo lejos escucho voces horrorizadas que se acercaban, pasos apresurados que se dirigían hacia donde estaba y eso la hizo reaccionar. No pudo creer lo que ella estaba mirando, su familia, su centro, su mundo, todo lo que había sido ella estaba muerto a sus pies por sus propias manos.
Quiso matarse, desaparecer de ese mundo, no volver a respirar porque ni sus padres ni su hermana volverían a respirar.
Comenzó a correr lejos del lugar, correr hasta algún lugar. Correr lejos de aquel dolor, de aquel desastre.
Pero cada lugar habitado que travesaba era igual a un nuevo número de muertes. Finalizado cada asesinato buscaba una forma de acabar con s ida, si es que eso era estar vivo.
Se arrojó al mar muchas veces, dejándose hundir, sin respirar por horas… pero siempre llegaba a la orilla de la playa viva y consiente.
Se tiro de precipicios, se arrojo bajo un tren… pero nunca moría.
Su vida era un pozo de depresión, era oscuridad constante, era muerte, arrepentimiento, dolor y miedo.
Hasta que un día, paseando por un pueblo del campo cerca de Inglaterra, apartada, asustada por acercarse demasiado a los humanos, vio una persona moverse a una velocidad superior a la humana. Vio que la figura se abalanzaba sobre un ciervo, quebró su cuello y clavó sus dientes en el cuello.
Cautelosa pero veloz, se acercó a donde estaba esa figura.
Pudo reconocer a un joven hombre de cabello rubio y piel pálida. Sus ojos eran color miel y tenían una expresión amable.
-¿Eres un vampiro?-preguntó Kira preocupada.
-Así es, y veo que tú también lo eres. Mi nombre es Carlisle
-Yo soy Kira-dijo lenta y cuidadosamente.- ¿Por qué te alimentaste de ese ciervo?
-Para no matar humanos.-la cara de sorpresa en el rostro de Kira le dio una pauta al vampiro de que era lo que sucedida con aquella muchacha.- ¿Cómo y cuándo fuiste convertida en vampiro?
-Hace mucho ya, la pasada primavera. Me convirtió un vampiro que estaba en un bosque cerca de donde vivía… y luego… asesiné a mi familia.-dijo con la voz temblorosa.- Dime, por favor, dime como puedo suicidarme, dime como puedo acabar con esta tortura,-se dejó caer al suelo sintiéndose derrotada, inútil.
Carlisle posó una mano en su hombro.
-No creo que haga falta que desaparezcas de este mundo, Kira. Si quieres te enseño mi forma de vida. No hace falta acabar con vidas humanas… ninguno de nosotros es culpable de esta condición, ninguno es responsable d nuestras acciones cuando nos dominan nuestros instintos.
-Gracias-fue todo lo que pudo decir, y no habían palabras que pudieran expresar la gratitud que estaba sintiendo.
-No pasó mucho tiempo-dijo Kira- Pero si lo suficiente para que Carlisle me explicara todo lo que debía saber de nuestro mundo, me enseño a aceptarme, perdonarme y a alimentarme de los animales. Pronto tuvimos que separarnos, él buscaría algún compañero en el Nuevo Mundo, y yo, buscaría mi vida en este.-Hiso una pequeña pausa, pero Ariam no diría nada, no hasta que ella dijera que su historia había terminado.- Y, mi vida siguió así de vacía, mis penas cada tanto afloraban, pero me sentía mejor conmigo misma al no herir ningún humano. Pero era tan monótona, que mi pasado siempre me atormentaba… hasta que te conocí- dijo volviendo al presente y posando sus ojos en los de Ariam. Acaricio su rostro y el tomo su mano.- Y sé que nunca en mi existencia he sido ni voy a ser más feliz.
Ariam se acercó a ella y la besó dulcemente.
-Kira, cierra los ojos- susurro suavemente. Ella obedeció.
-Pero que…
-Shh... Kira, solo cierra los ojos y olvídate de todo.-La beso una vez más dulcemente mientras ella tenía los ojos cerrados.

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